La Brújula Despistada

La Brújula Despistada
La Brújula Despistada.

domingo, 31 de agosto de 2014

El locuerdo del baciyelmo.

Sí, son ellos otra vez. Vuelve Ron Lalá en una nueva obra que trata de don Quijote. Con su peculiar forma de hacerlo, claro, con teatro, humor y música en directo.

Para el reparto, no han tenido que calentarse mucho la cabeza. ¿Quién hacía de don Quijote en la obra anterior (que, por si no lo sabéis o recordáis, es esta), y, además, se le parece mucho, mucho, mucho? Íñigo Echevarría.

"Nuestro hidalgo [...] era de complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro"

¿Quién hacía de cura algo chiflado en la obra anterior? Pues aquí también: Álvaro Tato
Menos mal que el cura del Quijote es un cura majo.
¿Quién hacía de Miguel de Cervantes, aunque igual no se le parece tanto? Pues eso: Juan Cañas.
"Este que veis aquí, de rostro aguileño, de cabello castaño, frente lisa y desembarazada, de alegres ojos y nariz corva, aunque bien proporcionada..." Oye, pues dicho así...
Y para el decorado, igual que con el vestuario, con poca cosa lo han conseguido todo. Toda la historia  ocurre en una biblioteca donde los libros hacen de todo, menos de libros. Allí, los libros pueden ser cualquier cosa, pero cuando son libros, son luz.

Para empezar, lo que resalta en desde un primer momento en esta obra es que la cuarta barrera se rompe desde un principio. Bueno, no es que la rompan, es que la destrozan. O tampoco que la destrocen. No está. Antes de que empiece el espectáculo, entran en el teatro y la quitan.
La obra empieza con don Quijote arremetiendo contra unos terribles gigantes mientras su escudero Sancho Panza le grita que mire, señor, que no son gigantes, sino molinos de viento, y mientras, Miguel de Cervantes, en un rincón de la enorme y sugerente biblioteca, lo escribe todo, intentando que no se le escape nada. Y cuando se queda en blanco y no sabe cómo seguir, llama a sus amigos, el barbero y el cura, y los mete en la novela para que lo ayuden a continuar. Y si se vuelve a quedar en blanco, se inventa un segundo escritor que había recogido los hechos, Cide Hamete Benengeli, historiador arábigo. Y si don Quijote y Sancho encuentran a un cabrero y empiezan a hablar y cantar junto al fuego, Cervantes se mete a sí mismo en la novela y se une a la fiesta, que pa eso es él el escritor, y para un sitio donde puede hacer lo que quiera, pues lo hace, qué narices.
Pero a pesar de eso, Cervantes no puede bajar la guardia, porque a la que se despista, puede perder el control de su personaje y don Quijote se le puede escapar. Como si fuera una persona real. Y él intentará retenerlo, bien con la ayuda de otros personajes o elementos del relato, bien metiéndose él mismo en la novela. Como si fuera un personaje más. Mi profesora de Literatura dice que "estos chicos son puro Unamuno".
Me encanta que lleven las iniciales del personaje en la ropa.
Y me encanta este Sancho Panza.
En esta obra se ve reflejada la esencia de la novela de Cervantes, salpicada con elementos de nuestra época actual (siguiendo un poco la tónica de su anterior obra), porque muchas de las cosas que Cervantes criticaba en su novela siguen siendo criticables hoy. También aparecen el humor, la crítica, la filosofía, la emoción... Así, de la pluma de Miguel de Cervantes, vemos cómo los personajes son introducidos por el autor y evolucionan a lo largo de la representación: don Quijote y su afán por hacer justicia y desfacer entuertos; Sancho Panza, esa máquina expendedora de refranes, su más opuesto pero su compañero más fiel, que aprende de su señor tanto como don Quijote llega a aprender de él y otros muchos más, como el bachiller Sansón Carrasco, a medio camino entre admirar a don Quijote o tomarlo por loco, o la maliciosa Duquesa que se divierte a costa de ambos y sube a los dos compañeros al caballo "mágico" Clavileño.

Sin perder su característico humor (crítico y cítrico), con un vestuario y un decorado sencillos pero que logran hacer de todo con él, junto con los increíbles efectos de sonido, la música y las luces (la escena de la Cueva de Montesinos es de mis favoritas, y un claro ejemplo de esto) logran hacer de todo, logran captar y mostrar la esencia de la novela, e incluso se permiten un par de autoguiños.
Y es que esta obra es una invitación a leer la novela entera, las dos partes, prólogo y todo, sí. No se puede adaptar todo El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha en una obra de teatro (y ni siquiera al cine), sólo se puede parar en un lugar del Quijote, así que, como dicen ellos,

"que nadie les ponga un pero,
que nadie busque pelea,
quien quiera el Quijote entero,
que lo compre y se lo lea".